Subcomisario Gonzalo Torca, jefe Brigada Antinarcóticos de la PDI de Rancagua
Con esta iniciativa, la PDI busca generar conciencia en la ciudadanía, previniendo el consumo de cocaína base. La campaña va dirigida especialmente a los niños y a sus padres. Para poder prevenir es necesario informar todo lo que conlleva ser un adicto, problemas físicos y familiares.
Según un informe elaborado por la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD), Argentina, Bolivia y Chile son los países con mayor prevalencia de consumo de cocaína base a nivel escolar en enseñanza media. Además, según estudios realizados por nuestra jefatura, el 20% de los consumidores de cocaína base en nuestro país corresponde a jóvenes de entre 18 y 25 años, es decir, rango etario que podrían verse afectado directamente por edades anteriores.
La mayoría de los consumidores, cuando han llegado a la etapa de consumo compulsivo, utilizan la sustancia en forma diaria. Por lo general, se le asocia a la disponibilidad de dinero, aunque también sugiere un control voluntario. La cantidad de Cocaína Base fumada fluctúa entre 5 a 10 “papelinas” diarias, es decir, entre 35 y 70 papelinas en la semana.
Sin embargo, el mayor problema del consumo crónico es el descenso en la escala valórica y el cambio de conductas del adicto, comenzando a vender objetos personales o de la familia para conseguir dinero o simplemente cambiándolos directamente por la droga.
La pérdida de normativas sociales, es otro de los conflictos que desarrolla el adicto, sumiéndose progresivamente en un estado de real desesperación y que no estaba en sus proyectos de vida.
Con frecuencia, los consumidores sufren un síndrome ansioso-depresivo que aparece al terminar una crisis de consumo, que puede ser diaria.
Un adicto a esta sustancia logra una indiferencia social, lo que se traduce en la perpetración de delitos como hurto, asaltos e incluso homicidio. El cuidado propio también desaparece, dejando de lado la alimentación y la presentación personal.
Por lo anterior, queremos entregar una serie de recomendaciones para afrontar el problema desde la familia, por ejemplo mantener l
a comunicación con sus hijos e hijas, fomentando que ellos cuenten lo que piensan y lo que les pasa; saber y controlar con quiénes se reúnen sus hijos e hijas, conocer a sus amistades; controlar los horarios de llegada y salida, sin olvidar que progresivamente deben ir adquiriendo mayor autonomía; cuidar la alimentación de sus hijos e hijas, privilegiando alimentos saludables y fomentar el deporte y la recreación al aire libre de sus hijos e hijas, lo que idealmente debería practicar toda la familia.